Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
16 agosto 2010 1 16 /08 /agosto /2010 14:05

20070427195049-nino-en-bici[1]

Cuando tenía catorce años en mi barrio; frente al colegio público, vivían las más hermosas niñas (por lo menos para nosotros, aclaro no habían muchas niñas en el barrio) eran dos hermosas morenas de cabello crespos y negros, todos mis amigos nos peleábamos en frente de su casa para hacerle ‘sombra’ (tratar de impresionarlas).

 

Con catorce años la testosterona esta a millón, las niñas salían a la terraza, con mochos (pantalones cortos) y se acomodaban de tal forma, que nosotros pasábamos de ser los mejores amigos, a enemigos acérrimos, tratando de ganar el corazón de estas muñecas de chocolate.

 

Un viernes a las 5:00 p.m. como era su costumbre se sentaron en la terraza, pero valla que sorpresa, ellas tenían primas, y como si fuera poco con piernas más largas y gruesas.  Eso sí hizo que llegara al punto máximo el indicador hormonal, fue tan grande el impacto, que hasta el afeminado de la cuadra saco su bicicleta para lucirse con las nuevas visitantes.

 

Frente a la casa de las niñas hay un parque rectangular (bulevar) que utilizamos como arena para disputar el derecho de……………….. La verdad no se qué derecho teníamos, porque ninguno de nosotros se atrevía ni a decirles adiós. Bueno, la cuestión es que pasamos de ser los súper amigos a enemigos a muerte.

 

La competencia comenzó con todo el grupo, con veinte adolecentes pedaleando hasta su última gota de sudor, para llegar a la meta,  la casa de las morochas y patinar la bicicleta, salimos como locos, matándonos entre nosotros, no sé cómo pude pasar a la cabeza del grupo, pero cuando me vi allí, dije para mis adentro: esta es mi oportunidad, pedalee tan fuerte como pude, la cachona(mi bicicleta) llegó hasta el punto máximo, ya divisaba la terraza de las niñas, cuando miro de reojo y veo a Juan Carlos mi mejor amigo, con el ceño fruncido agazapado en su bicicleta, sacando hasta el último aliento para pasarme; inmediatamente mi pantorrillas reaccionaron como un par de ferraris, y esa pobre bicicleta probo los giros mas rápidos de toda su vida, en los pedales.

 

 Juan Carlos y yo teníamos la cara como si sufriéramos de estreñimiento de dos semanas, cuando estábamos a pocos metros de la terraza de las  morenas, a Juan Carlos se le salió la rueda delantera y perdió medio diente y a mí se me trabo la bota del pantalón con la cadena de la bicicleta, se me enredó el caballo (el bastidor de la bicicleta) en la pierna, me fracture un brazo y se me astillo un colmillo. (Todavía lo tengo astillado, en las mañanas me paso la lengua y me acuerdo del mamonazo que me di). Las morenas se habían levantado de las sillas, estaban pegadas a la reja de su casa con rostros de sorpresa, ya en el suelo Juan Carlos y yo pensamos que el sacrificio valió la pena, sonriente por la osadía y valentía temeraria, pensamos: hemos ganado los corazones de nuestras amadas.

 

Cuando la más hermosa dice: "que estúpidos", en ese momento llego una motocicleta honda roja, con dos tipos altos, nos miran tirados en el pavimento, sangrando, uno de ellos se acerca y nos pregunta: "¿quién los atropello?", Juan Carlos sin su diente le dice: "nos caímos jugando". El tipo nos mira y nos dice: esos golpes son malos.

 

Caminan los dos tipos hasta la terraza de nuestra hermosas damiselas, les dan un largo beso en la boca (nosotros todavía no sabíamos lo que era besar en la boca) ellas los abrazan, Juan Carlos y yo tirados en el pavimento vemos como ellos le pasaban las manos por los piernones que tenían y ellas les devolvían el gesto con besos pequeños en su cuello.

 

Nosotros como un par de plastas, nos miramos con el mismo cariño de amigos que siempre nos profesamos, Juan me ayudo a salir del caballo de mi bicicleta y me llevo hasta la casa.

 

Dos días después, yo estaba con mi yeso jugando bolita de uñita (canicas) y Juan Carlos  sin diente, nos mirábamos pero no comentábamos lo que sucedió, realmente lo que más nos dolió, no fue la caída, fue  el odio de nuestras miradas cuando competíamos por las morochas. Esto nos dejo en silencio y pensativos por varios días.

 

El tiempo paso, nosotros crecimos,  nos casamos con hermosas mujeres de ojos claros, tenemos hijos adolescentes que no son ni la mitad de estúpidos que sus padres, ni tratarán de asesinarse por un par de morochas piernonas.

 

Por cierto las morochas al cabo de unos meses salieron embarazadas, sus novios las abandonaron y al día de hoy están gordas y feas!!!!!!!!!!!!!!

 

Lo anterior es mentira, La verdad es que no supimos más de ellas después de esa caída, se mudaron. Pero a Juan y a mí nos da un fresquito  acariciar esa posibilidad, pero como ya nos lo dijeron: "¡QUE ESTUPIDOS!" 

 

Es posible que esa condición sea crónica en nosotros.


 

 

Compartir este post
Repost0

Comentarios